Años de estudio han determinado que el accidente de Chernobyl fue una combinación de un mal diseño y faltas en la seguridad de la central nuclear
Hoy se cumplen 33 años de la mayor tragedia industrial-radioactiva y medioambiental de la edad moderna, cuando en la región de Chernobyl, Ucrania, perteneciente a la entonces Unión Soviética, hubo una explosión en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, a 3 kilómetros de la ciudad de Pripyat. Y a 120 kilómetros de Kiev, la capital.
La explosión causó la muerte instantánea de 50 personas, afectando a miles de habitantes del este de Europa con consecuencias cancerígenas.
Eran las 1:24 de la madrugada del 26 de abril de 1986, hora local, cuando dos explosiones se produjeron en la central nuclear, una joven ciudad que se alzaba como un “éxito socialista”.
La ciudad contaba entonces con un cine, un hotel, gimnasios, piscinas y varios restaurantes, un verdadero lujo para cualquier ciudad soviética de la época. Todo limpio, ordenado, moderno, joven, eficiente.
Esa noche, todos fueron sacudidos por el reactor número 4 de la central nuclear, que saltaba por los aires.
La radiación equivalente a 500 bombas de Hiroshima estaba convirtiendo el aire en puro veneno, y lo que pretendía ser una sencilla prueba de seguridad provocó una explosión que destapó la cubierta de uno de los reactores de la central.
Pocos minutos después comenzaron a llegar bomberos de toda la región para frenar el desastre. Había que intentar parar el fuego para que el reactor nº 3 no estallara también.
Horas después consiguieron apagar el fuego, sin embargo algunos bomberos comentaban extrañados que «el aire sabía a metal». Muchos murieron días después y el resto falleció a lo largo de dos semanas debido a las enormes dosis de radiación recibidas.
Las entonces autoridades soviéticas, tardaron 36 horas en evacuar a más de 120,000 personas de 189 ciudades. Hasta tres días y medio duró la evacuación. Mientras tanto, la población recibía dosis de radiación tremendamente elevadas.
El gobierno de la URSS convocó a miles de personas para ayudar a paliar las consecuencias del accidente, se hicieron llamar “los liquiladores” y fueron más de 600 mil personas.
La multitud estaba en su mayoría compuesta de soldados, pero también había muchísimos voluntarios: médicos, trabajadores, científicos, campesinos, mineros –miles–, estudiantes, policías, etc.
Muchos de ellos iban con la esperanza de recibir alguna compensación económica o laboral. Otros, la gran mayoría, llegaron desde toda la Unión Soviética con el único objetivo de salvar a su país de la catástrofe nuclear.
Aseguraron el edificio del reactor 4, limpiaron el área de basura radiactiva y construyeron el sarcófago que aún cubre gran parte de la central.
Nadie sabía en ese momento que realizaban un trabajo mortal pues de las 600 mil personas antes mencionadas, 60 mil murieron en menos de 10 años, mientras que 160.000 quedaron inválidas para siempre.
Catorce años después de ese desastre humano y ecológico, el gobierno ucraniano decidió cerrar la central, en virtud de los compromisos internacionales asumidos en conformidad con el Memorándum de Ottawa en 1995.
Años de estudio han determinado que el accidente de Chernóbil fue una combinación de un mal diseño de la central nuclear, que además no disponía de un recinto de contención, junto con los errores producidos por los operadores de la misma, dejando fuera de servicio voluntariamente varios sistemas de seguridad con el fin de realizar un experimento, en el marco de un sistema en el que el entrenamiento era escaso, y en el que no existía un organismo regulador independiente.
La Unión Soviética no tenía un sistema independiente de inspección y evaluación de la seguridad de las instalaciones nucleares, es decir, un organismo regulador, como en los países occidentales.
El diseño de un reactor del tipo RBMK no hubiera sido nunca autorizado en los países occidentales. De hecho, nunca se ha construido un reactor de este diseño fuera de la antigua Unión Soviética.
Las prácticas operativas de los reactores soviéticos no eran homologables a las de los países occidentales. En éstos, no hubieran sido nunca permitidas.
Los efectos del accidente radioactivo han sido evaluados por organismos internacionales, fundamentalmente el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que han señalado que:
- La verdadera “escala del accidente” realizado a mediados de 2005, no llegan a 50 las defunciones atribuidas directamente a la radiación liberada;
- Casi todas las muertes directas del accidente fueron de trabajadores de servicios de emergencia que sufrieron una exposición intensa y fallecieron a los pocos meses del accidente;
- La contaminación provocada por el accidente ha causado alrededor de 4.000 casos de cáncer de tiroides, principalmente en personas que eran niños o adolescentes en el momento del accidente, y al menos nueve niños han muerto de cáncer de tiroides;
- Con todo, la tasa de supervivencia entre las víctimas del cáncer, a juzgar por la experiencia en Bielorrusia, es de casi el 99%.
- En total, hasta 4.000 personas podrían morir a causa de la radiación a la que se vieron expuestas a raíz del accidente ocurrido en la central nuclear, según las conclusiones a que ha llegado un equipo internacional integrado por más de 100 científicos.
Uno de los daños más importantes producidos en la población es el impacto psicológico derivado del desconocimiento del efecto de la radiación y las informaciones incorrectas que se prodigaron.
Los ecosistemas afectados por el accidente de Chernóbil se han estudiado y vigilado ampliamente en los dos últimos decenios. Durante los primeros diez días hubo grandes emisiones de radionucleidos que contaminaron más de 200.000 kilómetros cuadrados de Europa.
En diciembre de 2000 se paró definitivamente la unidad 3, la última que quedaba en funcionamiento. El Gobierno ucraniano accedió al cierre tras llegar a un acuerdo económico con Euratom, el Gobierno ruso y el Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo, para completar la construcción de los reactores nucleares Khmelnitski 2 y Rovno 4.
La electricidad producida en estas centrales sirve para satisfacer las necesidades energéticas del país. Los reactores del Este de Europa, incluyendo los RMBK, han sido mejorados con una gran ayuda occidental.
Después del accidente de la central nuclear de Chernóbil, las compañías eléctricas del mundo propietarias de las centrales nucleares fundaron la Asociación Mundial de Explotadores Nucleares (WANO), con el objetivo de alcanzar los más altos niveles de seguridad y fiabilidad en la operación de las centrales nucleares, a través del intercambio de información técnica, de la comparación, emulación y comunicación entre sus miembros.
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