Todos estos movimientos políticos se dan justo cuando se cumplen treinta años de la invasión estadounidense a Panamá para capturar al general Manuel Noriega
Termina 2019 y con ello una serie de sucesos políticos en América Latina que han sacudido a la sociedad y grupos políticos, después de que hace once años surgiera el llamado “socialismo del siglo XXI” con una serie de gobiernos catalogados de izquierda que marcaron tendencia política en los países de la región.
Teniendo a Lula da Silva, Cristina Fernández, Michelle Bachelet, Rafael Correa, Evo Morales y Hugo Chávez, su popularidad se vio en detrimento por una serie de casos de corrupción destapados en el año 2015.
Así, después de que en varios de esos países latinoamericanos los candidatos emergidos de la derecha política tuvieran victorias en las urnas, fue en 2019 cuando el continente presenció nuevos tiempos, marcados por un incesante estira y afloja entre la izquierda y la derecha, arrancando en México el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador y Perú en la encrucijada por la cloaca del caso Odebrecht.
El año comenzaba con la autocloclamación de Juan Guaidó como presidente de Venezuela, que hasta entonces era conocido por presidir la Asamblea Nacional.
Emanando como líder opositor que, al recibir el apoyo de Estados Unidos y varios países afines, en algún momento pareciera conseguiría la salida de Nicolás Maduro que el 10 de enero asumió como presidente reelecto de Venezuela, después de las cuestionadas elecciones presidenciales de 2018. Sin embargo, la efervescencia inicial dio paso a un paulatino descenso.
El 1 de junio de 2019 Nayib Bukele toma posesión como presidente de El salvador, sucediendo a Salvador Sánchez Cerén, al obtener el triunfo en la elección presidencial del 3 de febrero de 2019 con una mayoría absoluta que descartó la segunda vuelta.
De corte conservador, Bukele es el primer presidente que no emerge de los dos principales partidos que habían gobernado El Salvador desde que terminara la guerra civil en 1989; sobresaliendo también su amplia actividad en redes sociales, la cual fue notoria desde el 2 de mayo cuando empezó a nombrar desde Twitter a los integrantes de su gabinete.
El Caribe tampoco escapó de los cambios políticos, y el 25 de julio, en Puerto Rico finalmente se conoció la renuncia de Ricardo Rosselló tras doce días de protestas en su contra una vez que se filtraron sus conversaciones en un chat privado, en las que hacía mofa tanto de líderes políticos, periodistas como de celebridades.
Las protestas contra Rosello cobraron mayor relevancia cuando famosos artistas como Ricky Martin, Benicio del Toro, Bad Bunny, Daddy Yankee y Residente se unieron a las movilizaciones, por lo que muchos dijeron que era el primer registro del reggaeton derrocando a un gobernante.
En Argentina, después de que Cristina Fernández dejara la presidencia y acumulara hasta 13 casos por corrupción abiertos y con lo debilitado que quedó su partido tras la victoria electoral de Mauricio Macri, los pobres resultados en materia económica de este, permitieron que el 27 de octubre, Alberto Fernández triunfara en las elecciones presidenciales del 27 de octubre en una alianza peronista llamada el Frente de Todos.
En cuanto a Brasil, aunque el año empezó con la tercera gran derrota de la izquierda en su historia después del cuasi derrocamiento de Dilma Rousseff de la presidencia y el encarcelamiento de Lula para zanjar su reelección como presidente y abrirle el camino a Jair Bolsonaro, finalmente los expresidentes izquierdistas fueron absueltos a principios de diciembre de las acusaciones de formar parte de una organización criminal con el fin de desviar fondos públicos hacia su partido.
En Bolivia se registró otro revés para un gobierno de izquierda cuando Evo Morales debió presentar su renuncia como presidente y salir del país, como una medida para apaciguar las protestas en las calles después de las polémicas votaciones que habrían afianzado su tercera reelección; dando por concluidos así a casi catorce años de grandes cambios, políticos, económicos y sociológicos. Este capítulo aún no termina de escribirse, sino que siguen acumulando subcapítulos en los que se han sumado diferendos diplomáticos con México y ahora con España.
Otro caso notable en el que se registró un cambio de régimen que reconfiguraron el orden político latinoamericano es el de Uruguay, que tras un empate técnico en la segunda vuelta electoral y cuatro días de espera, se confirmó la victoria de Luis Lacalle Pou, candidato del centroderechista Partido Nacional (PN) contra el frenteamplista Daniel Martínez.
Presidente electo que asumirá el cargo el 1 de marzo, sucediendo a Tabaré Vázquez.
En Chile, aunque este año no se registraron elecciones presidenciales, En este sentido, desde el pasado 18 de octubre las principales ciudades como Santiago, Valparaíso, Concepción y La Serena se convulsionan por los miles de ciudadanos que se han manifestado en contra del Gobierno de Sebastián Piñera y sus políticas económicas.
Estando entre los principales reclamos a desigualdad social, los bajos salarios y la falta de acceso a los servicios básicos, demostrando que la bonanza económica y el equilibrio financiero registrado oficialmente no se han traducido en bienestar social.
Mermando seriamente la imagen de Sebastián Piñera por las muy graves denuncias por los abusos de las fuerzas de seguridad chilenas que ha saldado varios muertos y ciudadanos con lesiones en los ojos de por vida, dio inicio un proceso de reforma constitucional a fin de atender algunas de las demandas sociales.
Todo este ambiente político se da justo cuando se cumplen treinta años de la invasión estadounidense a Panamá, denominada como código interno Operación Causa Justa (Operation Just Cause) realizada entre el 20 de diciembre de 1989 y el 31 de enero de 1990 para capturar al general Manuel Antonio Noriega, quien era el presidente de la nación centroamericana.
Ejecutada durante la administración George H. W. Bush, después de que el 15 de diciembre de 1989 Panamá se había declarado en estado de guerra contra Estados Unidos.
La acción estadounidense tenía como propósito desmantelar a las Fuerzas de Defensa de Panamá y capturar a Noriega, un antiguo colaborador de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y que estaba en el poder desde 1984, requerido por la justicia estadounidense por los delitos de extorsión y narcotráfico.
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