Hoy te presentamos dos robos a museos famosos, el Louvre en París y el de Antropología en la CDMX, ¿conocías estos sucesos?
Actualmente al rededor del mundo La Mona Lisa, o Gioconda, es una de las pinturas más conocidas, pero no siempre fue así. Esta obra del italiano Leonardo Da Vinci saltó a la fama luego de que fue robada del Museo de Louvre, en París.
Fue el 21 de agosto de 1911 cuando a plena luz del día, el inmigrante italiano Vincenzo Peruggia entró al museo, descolgó la pintura y se la llevó.
Logró hacerlo con total facilidad debido a que un año antes había trabajado en el Louvre, por lo que aun tenía el uniforme y así evitó que lo detuvieran. El recinto estaba cerrado por lo que no se percataron del robo hasta el día siguiente.
Luego de este suceso el museo mantuvo sus puertas cerradas más de una semana, sin embargo, no localizaron la pintura y la pared donde era exhibida permaneció vacía durante dos años.
La Gioconda fue recuperada el 10 de diciembre de 1913, cuando Peruggia fue atrapado tras entregarle la pintura a Alfredo Geri, un anticuario de Florencia. Al ser capturado, Peruggia señaló que actuó por motivos patrióticos, pues pensaba que Napoleón había robado la pintura de Italia y que su misión era regresarla a casa. Aunque más tarde las autoridades descubrieron que solo era un pretexto.
Finalmente el ladrón fue condenado a un año y 15 días de cárcel, que luego se redujeron a siete meses y nueve días.
Actualmente miles de turistas se dan cita en París para tomarse fotos con La Mona Lisa.
No obstante, los mexicanos no sabemos quedarnos atrás y también se registró un robo histórico en uno de los museos más importantes del entonces Distrito Federal.
El 25 de diciembre de 1985 un par de jóvenes asaltaron el Museo Nacional de Antropología ubicado en el Paseo de la Reforma. En lugar de celebrar la Navidad en familia, Carlos Perches y Ramón Sardina decidieron llevar a cabo uno de los robos más escandalosos de la historia reciente de México.
Los estudiantes de veterinaria, que entonces tenían menos de 30 años, burlaron la seguridad del famoso Museo y sustrajeron 124 piezas prehispánicas de las salas Maya, México y Oaxaca.
Previamente los jóvenes visitaron el museo en repetidas ocasiones, su objetivo era localizar las piezas de mayor valor, fotografiarlas y reconocer los patrones de vigilancia del recinto, que en aquel entonces no tenía alarmas contra robo y sólo dependía de los rondines de los vigilantes.
Una vez con el plan trazado, el robo se dio con relativa seguridad. Se metieron al inmueble por los ductos de ventilación, tanto Carlos como Ramón, tuvieron aproximadamente 3 horas para sacar las piezas, aprovechando que los vigilantes estaban disfrutando una celebración improvisada de Navidad.
Al salir los jóvenes huyeron hacia la casa de uno de ellos, en Satélite. En el closet de Carlos mantuvieron ocultas las piezas dentro de maletas.
Los jóvenes despistaron a las autoridades, que inicialmente manejaron la hipótesis de que un grupo de atracantes profesionales estaban detrás del robo. El misterio sobre quiénes eran los culpables prevaleció hasta 1989, cuando fueron halladas las piezas de diferentes culturas prehispánicas, cuyo valor es “incalculable”.
El caso se tornó complicado cuando Carlos contactó a un narcotraficante Salvador Gutiérrez, conocido como “El Cabo” para que le ayudara a vender algunas piezas valiosas y también ofrecerle algunas a cambio de cocaína.
Luego de cuatro años, un 10 de junio de 1989 Carlos Perches fue detenido y 111 piezas fueron recuperadas, mientras que Ramón Sardina se dio a la fuga con siete piezas.
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